Wat Kuan Lad
Este peculiar templo budista se encuentra a unos 600 kilómetros al noroeste de Bangkok, en la provincia se Sisaket.
Los lugareños lo llaman Wat Pa Maha Chedio Kaew Sisaket, aunque suelen abreviar en Wat Kuan Lad, que traducido al cristiano significa Templo del millón de botellas.
En 1984, a algún budista tras la meditación profunda matutina, se le ocurrió la genial idea de construir un templo con botellas de cerveza.
A parte de ser toda una oda al reciclaje, los budistas mataban varios pájaros de un tiro, pues convertirían el lugar en un centro de visita obligada para el turismo con el consiguiente beneficio económico que esto conlleva, obtendrían edificios con mucha luz y vistosos y encima, les saldría prácticamente gratis su construcción.
Los monjes Tailandeses comenzaron la recolecta de botellas y en poco tiempo, dadas las muchas donaciones que les llegaron de todos los puntos del país, consiguieron recolectar un millón y medio de envases.
En 1984, a algún budista tras la meditación profunda matutina, se le ocurrió la genial idea de construir un templo con botellas de cerveza.
A parte de ser toda una oda al reciclaje, los budistas mataban varios pájaros de un tiro, pues convertirían el lugar en un centro de visita obligada para el turismo con el consiguiente beneficio económico que esto conlleva, obtendrían edificios con mucha luz y vistosos y encima, les saldría prácticamente gratis su construcción.
Los monjes Tailandeses comenzaron la recolecta de botellas y en poco tiempo, dadas las muchas donaciones que les llegaron de todos los puntos del país, consiguieron recolectar un millón y medio de envases.
Absolutamente todas las estancias del templo están construidas con botellas unidas con cemento, incluso los baños de turistas. Imagino esos baños vistos desde fuera… todo un caleidoscopio de color vaya. Bueno, la cuestión es que el templo les ha quedado de lo más espectacular e incluso en los interiores, los tapones de las botellas se han usado para crear murales y mosaicos.
No es mala idea la de estos monjes, dado que al cabo del año, se cuentan por miles de millones las botellas que no son recicladas y acaban en los vertederos.
De este modo se les podría dar un buen uso. Esto me hace pensar que de haber guardado todos los cascos de cerveza que me he bebido en mi vida, ahora tendría suficientes para construirme no un templo, pero sí una bonita casita en la montaña.
Se cuenta en una de esas historias curiosas que van dando vuelta por el mundo, que por 1984, a un budista luego de una meditación, se vio absorbido por la idea de construir un templo con botellas de cerveza.
Una idea original por donde la mires, pues no solo tenía en si misma la curiosidad de su material de construcción, sino que aportaba distintos beneficios:
Por un lado, construir un templo de esta manera, convertiría al lugar en una visita obligada para los turistas pudiendo además obtener un beneficio económico alojándolos. El material de construcción, lo pensaron como de coste 0, pues lo conseguiría empezando a pedir botellas… decenas… cientos… miles… o ¡un millón! La construcción, poniendo ellos la mano de obra, les saldría prácticamente gratis, y el templo en si mismo se transformaría en un ejemplo de reciclado.
Estos monjes tailandeses, comenzaron a recolectar botellas y en menos tiempo del que pensaban, gracias a las donaciones que les llegaron de distintos puntos del país, juntaron nada mas y nada menos que un millón y medio de envases.
Si buscábamos buenos ejemplos de reciclar, pues aquí lo hemos encontrado. Reciclar es reutilizar partes de objetos que han llegado aparentemente al fin de su vida útil , pero que gracias al arte de reciclar, se transforman en algo nuevo, generalmente totalmente distinto del primer sentido con que fueron creados.
Ubicado a unas 370 millas al noreste de Bangkok, en la provincia de Sisaket, Tailandia, tiene al vidrio como protagonista. Desde los baños hasta el mismo crematorio, muestran una verdadera artesanía que entremezcla al cemento y el vidrio, decorados con murales y mosaicos realizados con los tapones de las botellas.
Su abad, Kataboonyo, dice… “cuantas más botellas consigamos, más edificios construiremos”, abriendo así una nueva modalidad de reciclaje de tantas botellas que terminan en un vertedero. Luego de recolectar un millón de botellas, los monjes comenzaron su construcción. Construcción que tenía por objetivo primario alcanzar el Nirvana o Nibpan: buscar liberarse del sufrimiento .
Aunque podamos pensar que las botellas son un material frágil, ellas han demostrado que son eficaces como material de construcción. Fáciles de limpiar, ideales para publicitar una arquitectura sostenible, dejan pasar la luz y sus colores… no destiñen.
Actualmente, el templo que tuvo por sentido original construirlo para alcanzar el Nirvana, se ha convertido en uno de los lugares del sudeste asiático que tienen gran interés turístico, dándoles a los monjes ingresos económicos para su comunidad.
Arquitectura sostenible. A mi criterio, un ejemplo a seguir. Y hablando de reciclaje… ¿que tal pensarnos a nosotros mismos como objeto de reciclaje? Que tal transformar las antiguas estructuras mentales que antes nos sirvieron y que hoy por hoy ya no tienen ningún sentido en nuestra vida?
A lo mejor, al igual que los monjes que construyeron el templo, en nuestro reciclaje personal encontramos que también es posible liberarse del sufrir y sufrir… ¿será una elección?